viernes, 20 de diciembre de 2019

"La librería ambulante" de Christopher Morley

La próxima reunión del club de lectura tendrá lugar el jueves 30 de Enero de 2020, a las 19:30 horas. En ella comentaremos "La librería ambulante" de Christopher Morley.

Prepárense para entraren un mundo único y lleno de encanto, donde el tiempo se ha detenido: estamos en la segunda década del siglo XX, en unos Estados Unidos todavía rurales y de paisajes idílicos, donde conviven los viejos carromatos y los novísimos automóviles; Roger Mifflin, un librero ambulante que desea regresar a Brooklyn para redactar sus memorias, vende su singular librería sobre ruedas (junto a su yegua y su perro) a la ya madura señorita Helen McGill, quien decide, harta de la monotonía de su vida, lanzarse a la aventura y recorrer mundo. A partir de ese momento se sucederán los encuentros y los desencuentros, y las más divertidas peripecias se darán la mano con las grandes enseñanzas que proporcionan libros y librero. Desde que este clásico de la literatura norteamericana se publicara en 1917 han sido muchos los lectores seducidos por su poder evocador, por el reconfortante humor que destila y, cómo no, por su atención a los pequeños detalles: estas páginas huelen a las hogazas de pan recién sacadas del horno; en ellas se siente el viento de otoño en los abedules.

1 comentario:

  1. La vuelta tras el paréntesis navideño y las vacaciones se concreta en una realidad literaria que sorprende a los amigos del Club con una agradable lectura que nos devuelve la fe en la buena literatura, porque La librería ambulante, el libro de este mes de enero, es una obra para deleite de los sentidos y para descubrir esos tiempos imperecederos en que las personas se medían por otros parámetros, diferentes a los crematísticos actuales, a las prisas o la incomunicación cuando el tiempo se dilataba y los colores de nuestro alrededor se multiplicaban. Helen y Andrew McHill son una pareja de hermanos adultos que viven en una tranquila granja en el centro de los Estados Unidos. Ella se dedica a las labores de la casa mientras él, que se ha hecho famoso por un libro sobre técnicas agrícolas, piensa más en su afición literaria que en la tierra que debe cultivar y los trabajos diarios. Un buen día se presenta Roger Mifflin, un vendedor de libros ambulante que transporta su material y vive en un carromato a través de los diferentes estados. Cansado este último de viajar, le ofrece a Helen venderle la carreta con toda la librería dentro. Ella piensa en adquirirla antes de que la vea su hermano y la compre él, dejándola sola y abandonada en la granja. Ni corta ni perezosa, en apenas unos minutos, toma la resolución de gastarse todo el dinero ahorrado a lo largo de su vida en la librería ambulante y emprender una nueva vida. Pero las cosas no son tan fáciles como parecen y los problemas surgen a los pocos kilómetros de la granja. Por otra parte, Helen irá descubriendo la libertad y a medida que ella emprende su aventura, el texto fluye igual que la trama, con toda suavidad haciéndonos partícipes de unas peripecias tiernas y memorables. La época que nos describe el autor en La librería ambulante son esos idílicos años en que la vida transcurría lenta y apaciblemente en los campos de unos Estados Unidos a principios del siglo XX en que los problemas se concretaban en la subsistencia y las vidas de los granjeros se desarrollaban de una manera bastante rutinaria. No es de extrañar que la aparición de una carreta cargada de libros y un charlatán embaucando a los propietarios aburridos en esos lugares casi olvidados, fuera todo un acontecimiento de primer orden. Los protagonistas de esta obra comparten cartel con Parnaso, el carromato plagado de estanterías y obras en el que vive Roger; Pegaso, el pobre caballo que les lleva de un lado a otro; y Beck, el perro que les advierte de los peligros de los caminos. La librería ambulante es una obra de carretera que comparte muchos aspectos con la obra cumbre de la literatura mundial, El Quijote, cuyo libro también forma parte de la biblioteca de dicha carreta, y comparte aspectos de la aventura del hidalgomanchego. Chistopher Morley (1890-1957) consigue contagiarnos la belleza del texto, con unas descripciones paisajísticas cercanas a las de su compatriota, el celebrado autor de los bosques, Henry David Thoreau, y unos personajes tan humanos que podrían hacernos recordar a cualquier obra de Mark Twain; y en realidad, es una bella y tierna novela de amor a los libros y de amor entre personas. Nos recrea un tiempo pasado en el que existía una ética y un sistema de valores ya desaparecido y nos descubre cosas tan bellas que, en nuestro tiempo, pasan absolutamente desapercibidas. Una sencilla novela que se lee y relee y que, con el paso del tiempo, se convierte en obra de culto y tesoro de nuestras modestas bibliotecas.
    La conversación en torno a la novela discurrió con la misma placidez con que se había leído el texto, y una unanimidad contribuyó a que todos los miembros pensaran en la hermosura del texto y en el mensaje sencillo de la historia. Como sus protagonistas, nosotros amantes de los libros, nos montamos en esa carreta que nos lleva por los caminos mágicos de la literatura.

    Pedro Martínez Domene.

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