miércoles, 2 de octubre de 2019

"Ana no" de Agustín Gómez Arcos

La próxima reunión del club de lectura tendrá lugar el martes día 29 de octubre de 2019, a las 19:30 horas. En ella comentaremos el libro "Ana no" de Agustín Gómez Arcos.

Cuando uno se adentra en la historia de Ana No, de Agustín Gómez Arcos, se encuentra ante una mujer que ha emprendido un viaje hacia la muerte, para honrar
a sus muertos, para honrar sus recuerdos. Una mujer que ha perdido el apellido, la familia, todo… Ana no, que por mucho que intente afirmarse, no puede. No sólo ha sido vencida por la historia, sino que la tierra, la vida también la ha vencido. ¿Quién es ella sin sus hombres? ¿Quién es ella sin la vida que ha otorgado al mundo, y que el mundo le ha arrebatado?
Esta obra, escrita en 1976, nos adentra en la miseria de un país dividido por una guerra civil que manchó la tierra de sangre hermana, una tierra a la que Ana acabará maldiciendo, porque en lugar de dar vida, ha acogido a la muerte, se lo ha arrebatado todo. En ese marco, Agustín Gómez Arcos nos deja ver el mundo, el dolor, la pena y la soledad a través de los ojos de una mujer que no conoce más que su pueblo y que deberá adentrarse en un país desconocido, que le ha dado la espalda porque forma parte de los vencidos, para ir al encuentro del único hijo que le queda vivo, el pequeño. Aunque ella sabe que, en realidad, va al encuentro de la Muerte.
Este es un viaje por el recuerdo de una vida, por los secretos de la memoria, pero, sobre todo, es un viaje de descubrimiento, de aceptación de uno mismo y de la Muerte.
Tiene momentos de cierta ternura, no sólo en el recuerdo, sino en la relación entre Ana no y un ciego que le enseña a escribir. Momentos de cruda realidad, cuando se quieren llevar a una perra vieja, porque es vagabunda y parece tener la tiña. Y Ana piensa que, claro, es lógico para ellos, para los vencedores, porque los pobres, los desvalidos, son los republicanos, los rojos… Y no pueden andar sueltos como si nada. También tiene momentos desgarradores, como el momento en que Ana se abalanza contra la tierra y la rasga con sus manos, diciendo que “al abrirte como una zorra para acoger a mis muertos te convertiste en alcahueta y cómplice de los vencedores, tú, que me debías una vida de esperanza […]. Me has empobrecido. Me has negado. Me has borrado. Tierra de la patria, te acuso de asesinato. Te maldigo.” Para mí, ese es uno de los momentos en que mejor se puede resumir el sentimiento de Ana, abandonada incluso por la tierra que la tendría que haber apoyado, que tendría que haberla sostenido. Una tierra que unos proclamaron suya para dejar sin nada a los otros. Una tierra que los ha negado.

Si uno se deja llevar por la extraordinaria y poética prosa de Gómez Arcos, descubre una realidad que ya conoce (la de la propia historia), pero lo hace desde unos ojos nuevos, porque Ana no, a pesar de conocer lo ocurrido, no se ha enfrentado a ello. Y mientras se dirige al Norte (ese lugar que existe, pero no sabe dónde, ni a qué distancia), Ana nos cuenta su historia, la historia de sus hombres, que ya nadie recuerda, porque sus nombres mueren con ella.

2 comentarios:

  1. Encaramos el otoño, con sus días grises y sus tardes más breves, pero con una novela significativa, Ana no (1976), de un escritor no menos significativo, Agustín Gómez Arcos (Enix, Almería, 1933-París, 1998) un autor de ideas claras tanto políticas como literarias. En su juventud compuso y publicó dos poemarios, Ocasión de paganismo (1956) y Pájaros de ausencia (1956), uno de los cuales dedicó a su maestra e impulsora en el ámbito literario, Celia Viñas. Un género que no volvería a cultivar hasta su exilio a París. Tras su paso por el teatro y la propuesta de escribir una novela directamente en francés, se centró en el género narrativo. La poesía de Gómez Arcos resulta erótica y visceral, semejante a sus novelas. Habla del amor prohibido, de la negación, de la privacidad y del sexo como acto del lenguaje. Quizás una búsqueda de su propia identidad, una homosexualidad que mantuvo en el ámbito privado y que le ocasionó no pocas disputas y problemas.
    Una vez asentado en París, Gómez Arcos, logra ver estrenadas algunas de sus piezas teatrales en el mismo café teatro en que servía las copas. Los espectadores no sospecharon, entonces, que el autor de las obras que comenzaron a ganarse la popularidad estaban escritas por el mismo camarero que les atendía. El salto a la literatura profesional sería inevitable. Su primera novela, escrita directamente en francés, es El cordero carnívoro, editada en 1975, rápidamente le granjea el favor de la crítica y el público. La carrera literaria de este autor en el cercano país galo sería muy diferente a la que acostumbrara en su España natal. Más de una docena de novelas publicadas le valdrían importantes reconocimientos como ser finalista del Premio Goncourt, el Prix Thyde Monnier, el Prix Roland Dorgelès y la condecoración de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras de Francia. Un autor español que, gracias a la dictadura, acabaría convertido en uno de los mejores autores franceses.

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  2. Muchas de las historias que muestran la derrota y el sometimiento, y al mismo tiempo asfixian a sus personajes son reales: tristes anécdotas que un joven Agustín que escuchaba de boca de sus padres y vecinos, condenado al seno de una familia del bando perdedor y atravesando una posguerra y dictadura que ennegreció y envenenó el país durante cuarenta años. El cordero carnívoro (1975), María República (1976) o Ana no (1976) son las primeras obras de Gómez Arcos que versan sobre la triste vida tras la guerra civil, el llanto silencioso de una población no solo vencida, sino humillada y sometida. Quizás la amargura sea un tema recurrente en la obra narrativa del autor, pero igual de cierto es que huye de una descripción pormenorizada y, en realidad, teatraliza la miseria de la posguerra. En la obra de Gómez Arcos, el protagonismo lo toman personajes silenciosos, como la madre que en Ana no niega su propio apellido tras perder a su marido y sus hijos en la guerra y emprende un viaje a pie hasta la cárcel “en el norte” para abrazar al único hijo que le queda vivo, preso, y encontrar así la paz necesaria para morir. Quizá por eso establece un pacto con la muerte desde el principio de la novela hasta que consiga el objetivo de reunirse con su hijo, el pequeño; y al mismo tiempo, observamos como se muestra siempre firme y no teme ese final. Un auténtico discurso feminista porque casi todos los personajes son mujeres y cómo se relacionan en un pequeño pueblo de la España represiva y castigada por la guerra. La figura maternal y derrotada de Ana Paucha en la novela Ana no pone de relieve el papel de la mujer en la guerra civil y en la posguerra, el valor de quienes se encontraban abandonados y sometidos por el sistema, pero también el enfrentamiento entre la mujer y su sociedad. Un discurso que, hoy podemos advertir, se adelantó varias décadas a los temas que en nuestros días nos parecen rompedores. Curiosamente, la fama y las traducciones de la narrativa de Gómez Arcos se suceden en inglés y en español, entre otros idiomas, y sus obras se leen y se estudian en liceos franceses, y se cuenta la anécdota “que el presidente de la república, François Mitterrand, mandaba un coche con el ejemplar recién aparecido en librerías hasta su casa para que se lo devolviera firmado”. Sin duda en la obra de Gómez Arcos hay rabia, hay odio, incluso bastante rencor, pero tampoco escasea la ironía, cierto humor castizo, y mucho de esperpento. Resulta muy especial, Ana no, es vida, y es una narración en su sentido más absoluto, y así debemos contemplarla, como ejemplo de buena literatura que ha logrado sobrevivir al paso del tiempo.
    La charla resultó amena, distendida con apreciaciones tan variadas como sorprendentes y no menos curiosas, gustó en general la obra de alguien que había pasado desapercibido hasta el momento para la mayoría de integrantes del club, se habló de la buena literatura, de la estructura narrativa, casi teatralizada y cinematográfica, se habló de la firmeza de esta mujer, de su dignidad y entereza, de esa identidad que ella representa entre tantas mujeres sacrificadas, proyecta la imagen de los vencidos y humillados, y se habló de esa herida abierta que algún día cicatrizará cuando nos demos cuenta que debemos saber y conocer en todas su amplitud la historia reciente de nuestro país, con sus miserias y sus grandezas, y que debemos afrontarla con absoluta libertad y juzgarla con la suficiente inteligencia que nos otorga el buen juicio y la perspectiva que nos ofrece un tiempo que se sostiene tras una transición y una hermosa democracia que hemos construido y disfrutado desde hace más de cuarenta años todos los españoles, los vencedores y los vencidos.

    Pedro Martínez Domene.

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