Saúl García, un brigada de la Guardia Civil de cuarenta y ocho años que ha enviudado recientemente, recibe la asignación de un caso en el que un joven aparece muerto al final de una escalera. La escena del crimen: un bello caserón de finales del siglo XIX ubicado en el centro de Huércal-Overa, un pueblo de Almería.La resolución del caso se ve condicionada por las circunstancias especiales que viven los personajes. Un viudo con remordimientos por no haber sido un marido modélico, que se cuestiona su profesión desde el punto de vista de un padre que no sabe si podrá proteger a su hijo de lo que ha visto y ve cada día. Su joven compañera, quien contempla cómo su brillante carrera se le escapa de las manos al ser trasladada a un destino con pocas perspectivas; licenciada en psicología, metódica y con gran instinto. Un sargento tranquilo y perspicaz, que hace las veces de pepito grillo al compañero de toda la vida. Una mujer con presuntas dotes psíquicas, que nuestro protagonista es incapaz de ubicar en su realidad presente, y que le arrastra como una riada. Por último, un grupo de adolescentes de instituto, cuyo afán de experimentar “cosas ocultas”, les lleva a la peor experiencia de sus vidas.
El Edificio de las Cuatro Torres es una casa de finales del siglo XIX, de estilo modernista, ubicada en el centro de Huércal-Overa, de propiedad privada.
El Club de Lectura se enfrentaba, por primera, vez a una novela de corte policíaco o criminal, donde los sucesos llevaban a una investigación sobre la muerte de un joven en un viejo palacete. Lo más curioso de la historia, está ambientada y se desarrolla en nuestra propia localidad, Huércal Overa, porque la novela en cuestión, El crimen de la casa de las Cuatro Torres (2019), escrita por Carmen Lorenzo Benavides, recreaba como escenario este singular edifico de la localidad. Saúl García es un brigada de la Guardia Civil que pasa por un mal momento personal, ha enviudado recientemente, y se ve obligado a investigar el caso de un joven que aparece muerto al final de una escalera. La escena del crimen es el caserón citado, con permanente amenaza de ruina, de finales del siglo XIX ubicado en el centro de la población almeriense, un lugar para la fantasía y la imaginación donde todo y nada puede suceder. La investigación avanza, y la resolución del caso se ve condicionada por las circunstancias especiales que viven los personajes, un retrato de la mayoría de ellos, esbozos lo suficientemente calculados para proporcionar al lector una imagen válida delos mismos, un viudo con remordimientos por no haber sido un marido modélico, que a lo largo del relato se cuestiona su profesionalidad, y calcula que como padre no sabe si podrá proteger a su hijo de lo que ha visto y vive cada día; una joven compañera, quien contempla cómo su brillante carrera se le escapa de las manos al ser trasladada a un destino con pocas perspectivas, un pequeño pueblo, y que en el relato quedará algo desdibujada; un sargento tranquilo y perspicaz, que hace las veces de conciencia por sus continuos reproches al compañero de toda la vida; una enigmática mujer con presuntas dotes psíquicas, que el investigador es incapaz de ubicar en su realidad presente, y que le arrastrará como una riada a una no menos tormentosa relación, casi exclusivamente sexual, y por último, un grupo de adolescentes de instituto, vecinos de la localidad, cuyo exclusivo afán es experimentar “cosas ocultas”, que, motivo de la novela, les lleva a la peor experiencia de sus vidas. La novela está escrita en breves capítulos de amena lectura, y el resto reproduce la investigación pormenorizada y con detalle de la guardia civil para esclarecer los hechos ocurridos en el viejo caserón, al hilo de la narración se detallan las virtudes y miserias de sus principales personajes, atormentados por un pasado que convierte su presente en vivencias de una insatisfecha personalidad que, por otra parte, les lleva a soportar la monótona vida de un pueblo donde, aparentemente, no ocurre nada. El edificio de las Cuatro Torres se convierte así en protagonista de una novela que reúne las características de ese género negro que tantos autores han llevado a sus libros, desde los clásicos ingleses y norteamericanos, los franceses, o las incorporaciones más recientes de la novela negra nórdica, tan de moda y auténtico bestseller. Al final todo se resuelve, los personajes habrá que imaginar que siguen con sus vidas, y el viejo caserón emerge con su enigmática visión, un lugar donde siempre puede ocurrir algún suceso inesperado porque la miseria y la podredumbre forman parte de su pasado, alejado ya del esplendor que disfrutaron sus habitantes, y que convierte a su historia en la ruina misma que caracteriza al edificio sin posibilidad de renacer de sus cenizas. La autora, Carmen Lorenzo, nos visitaba y departía con nosotros sus planteamientos novelescos, y la génesis de su narración así como el tiempo empleado en dar coherencia a la historia, el perfil de sus personajes y sobre todo, la impresión que le produjo la contemplación, por primera vez, del edificio donde ha ambientado su historia. Una y muchas más curiosidades para desvelar la trama que escondía el crimen de las Cuatro Torres.
ResponderEliminarPedro Martínez Domene.