miércoles, 11 de septiembre de 2013

"La lluvia amarilla" de Julio Llamazares.

La próxima reunión del club de lectura tendrá lugar el miércoles 9 de Octubre de 2013. En ella comentaremos el libro "La lluvia amarilla" de Julio Llamazares.

La lluvia amarilla es el monólogo del último habitante de un pueblo abandonado del Pirineo aragonés. Entre «la lluvia amarilla» de las hojas del otoño que se equipara al fluir del tiempo y la memoria, o en la blancura alucinante de la nieve, la voz del narrador, a las puertas de la muerte, nos evoca a otros habitantes desaparecidos del pueblo, que lo abandonaron o murieron, y nos enfrenta a los extravíos de su mente y a las discontinuidades de su percepción en el villorio fantasma del que se ha enseñoreado la soledad.
  
  En el pueblo de Ainielle ya sólo quedan Andrés y Sabina. Poco a poco el matrimonio se ha visto obligado a ver cómo los demás habitantes, espoleados por la miseria o por la promesa de un mundo mejor, han abandonado gradualmente las duras condiciones de vida. Una noche, sin embargo, Andrés descubre a Sabina ahorcada en el molino. Ahora ya no queda nadie que pueda llevar con él el peso insoportable del pasado.
  
  La lluvia amarilla confirma en Llamazares el léxico vivo, preciso y genuino, la autenticidad artística y las dotes de creación de un clima poético y un universo personal que acreditan en él a uno de nuestros más valiosos narradores.

2 comentarios:

  1. Ainielle es un pueblecito de Huesca, ahora ya abandonado, que en el libro va siendo devorado por el paso del tiempo y la naturaleza en el que se desarrolla la historia de su último habitante y su fiel perra. En su soledad, el protagonista no es capaz de discernir que es real y que locura.
    Es un libro desgarrador que describe el “drama” que llevan viviendo centenares de pueblos españoles desde hace años debido a la emigración masiva de sus habitantes a las ciudades.

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  2. Hasta 1986 el pueblo de Ainielle era un desconocido y cuando poco después, Julio Llamazares, publicó un pequeño adelanto de su nueva novela en El País, el pequeño lugar abandonado por sus habitantes despertó, y pronto se consideró un lugar de culto para quienes pasaban por allí. La novela titulada, La lluvia amarilla, se publicó en 1988 y se convirtió en una especie de lugar hagiográfico donde héroes y santos (el único protagonista vivo y los antiguos habitantes) vuelven a vivir de la mano de Llamazares.
    Quien cuenta la historia es el último habitante del pueblo, el único que ha resistido el final del proceso de despoblación que se ha llevado a todos sus habitantes, unos porque han abandonado el lugar, otros porque han muerto, como su propia esposa, Sabina, que comienza a dar muestras de demencia y deambula por el pueblo hasta que un día aparece colgada de una viga. Entonces, Andrés más que nunca sentirá la soledad más absoluta y empezará a mostrar una locura propia, viendo cosas en las que antes nunca había reparado: retratos de su mujer, o el acoso que se siente por los vecinos de otros pueblos a quienes teme se lleven las escasas cosas de valor de las casas que aun quedan en pie en el pueblo. La lluvia amarilla es la historia de una decadencia imparable, el final de muchos de los pueblos de montaña, en las postrimerías del franquismo, porque el único dato de que disponemos es 1961, aunque el resto de pueblos, como Biescas, sobrevivirán y allí volverá a comprar, Andrés, cuando sienta la necesidad de reponer su despensa, y allí sabrá que el viejo Bescós a quien cuidaba las ovejas en Ainielle, ha fallecido y sus hijos venderán el rebaño; también, le entregan una carta de su hijo, que había abandonado el lugar muchos años antes.
    La novela dio mucho de sí en el Club de Lectura por el tratamiento de Llamazares en torno al personaje, su soledad, su firmeza de espíritu y sobre todo su firme decisión de no abandonar el lugar hasta el último momento. Circunstancias parecidas han rodeado nuestros parajes más cercanos, con esa despoblación que en los 60 se produjo en una España deprimida y que se daba a la emigración o la inmigración: aldeas, cortijadas, pequeños pueblos de la comarca abandonados a su surte después de haber estado habitados durante generaciones. La novela de Llamazares representa, según pudimos comprobar, el mejor ejemplo de relato de la vida rural española, y una alegoría de la vida y la naturaleza en su esplendor y en su miseria. La conversación, y las opiniones se prolongaron más de lo habitual porque los temas, el personaje, la actitud ante una extraña vida y sus consecuencias finales, llevaron a los miembros del Club a aportar sus opiniones personales sobre la lectura efectuada.

    Pedro M. Domene

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