miércoles, 16 de octubre de 2013

"El extranjero" de Albert Camus

La próxima reunión del club de lectura tendrá lugar el martes 12 de Noviembre de 2013, a las 19:30 horas. En ella comentaremos el libro "El extranjero" de Albert Camus.

El extranjero, de Albert Camus, Premio Nobel de Literatura en 1957, es  considerada por los franceses como la novela más destacada del sigulo XX.
Una encuesta formulada por el Club de Libros de Noruega, entre una centena de escritores de todo el mundo, la ubica en el décimo cuarto puesto, por encima de Don Quijote. Su planteamiento, sencillo pero a la vez contundente, parece ser la causa de su notoriedad.
La obra transcurre en Argelia, a mediados del siglo XX, y narra la historia de Mersault, un hombre en apariencia común y corriente, desde que recibe la noticia de la muerte de su madre, hasta que es conducido al cadalso, condenado por asesinato.
¿Qué es lo que convierte a “El extranjero” en una obra trascendente? La actitud y sentimientos de Mersault, quien manifiesta su total indiferencia frente a la muerte de un ser querido, a las vicisitudes de su amigo, al afecto de su novia o, lo más sorprendente, al resultado de su enjuiciamiento.
A Mersault le da igual que lo amen o no, que lo condenen o ejecuten o lo absuelvan. No cree en Dios ni en la vida después de la muerte, como tampoco parece creer en una justificación para la existencia misma. Sólo al final de la obra, después de discutir con el capellán que trata de convencerlo de que se arrepienta y se reconcilie con Dios y el mundo, cuando las sirenas anunciaban la proximidad de su ejecución, siente por primera vez la necesidad de sentirse al menos odiado por sus semejantes.

3 comentarios:

  1. Hasta 1986 el pueblo de Ainielle era un desconocido y cuando poco después, Julio Llamazares, publicó un pequeño adelanto de su nueva novela en El País, el pequeño lugar abandonado por sus habitantes despertó, y pronto se consideró un lugar de culto para quienes pasaban por allí. La novela titulada, La lluvia amarilla, se publicó en 1988 y se convirtió en una especie de lugar hagiográfico donde héroes y santos (el único protagonista vivo y los antiguos habitantes) vuelven a vivir de la mano de Llamazares.
    Quien cuenta la historia es el último habitante del pueblo, el único que ha resistido el final del proceso de despoblación que se ha llevado a todos sus habitantes, unos porque han abandonado el lugar, otros porque han muerto, como su propia esposa, Sabina, que comienza a dar muestras de demencia y deambula por el pueblo hasta que un día aparece colgada de una viga. Entonces, Andrés más que nunca sentirá la soledad más absoluta y empezará a mostrar una locura propia, viendo cosas en las que antes nunca había reparado: retratos de su mujer, o el acoso que se siente por los vecinos de otros pueblos a quienes teme se lleven las escasas cosas de valor de las casas que aun quedan en pie en el pueblo. La lluvia amarilla es la historia de una decadencia imparable, el final de muchos de los pueblos de montaña, en las postrimerías del franquismo, porque el único dato de que disponemos es 1961, aunque el resto de pueblos, como Biescas, sobrevivirán y allí volverá a comprar, Andrés, cuando sienta la necesidad de reponer su despensa, y allí sabrá que el viejo Bescós a quien cuidaba las ovejas en Ainielle, ha fallecido y sus hijos venderán el rebaño; también, le entregan una carta de su hijo, que había abandonado el lugar muchos años antes.
    La novela dio mucho de sí en el Club de Lectura por el tratamiento de Llamazares en torno al personaje, su soledad, su firmeza de espíritu y sobre todo su firme decisión de no abandonar el lugar hasta el último momento. Circunstancias parecidas han rodeado nuestros parajes más cercanos, con esa despoblación que en los 60 se produjo en una España deprimida y que se daba a la emigración o la inmigración: aldeas, cortijadas, pequeños pueblos de la comarca abandonados a su surte después de haber estado habitados durante generaciones. La novela de Llamazares representa, según pudimos comprobar, el mejor ejemplo de relato de la vida rural española, y una alegoría de la vida y la naturaleza en su esplendor y en su miseria. La conversación, y las opiniones se prolongaron más de lo habitual porque los temas, el personaje, la actitud ante una extraña vida y sus consecuencias finales, llevaron a los miembros del Club a aportar sus opiniones personales sobre la lectura efectuada.

    Pedro M. Domene

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  2. Entre 1935 y 1936, cuando Camus tenía 22 años, escribió 5 pequeños ensayos/relatos que publicó en Argelia en una tirada muy reducida. Reeditados por Gallimard en 1958 con el título de "El revés y el derecho" estos ensayos contienen el germen de toda su obra posterior. ("Sé que mi manantial está en El revés y el derecho, en ese mundo de pobreza y de luz en el que viví tanto tiempo y cuyo recuerdo me ampara aun de los peligros contrarios que amenazan a todo artista, el resentimiento y el contento"). De estos textos especialmente nos interesa el titulado "Entre sí y no", a cuya luz podemos analizar su obra más emblemática y conocida: "El extranjero". Así mismo, "El mito de Sísifo", obra de Camus que aparece casi simultáneamente a "El extranjero", nos da las claves teóricas de la atmósfera existencialista que impregna toda la peripecia del indolente Meursault.

    En el breve relato marcadamente autobiográfico y testimonial "Entre sí y no", Albert Camus recuerda cómo miraba largamente a su silenciosa y ensimismada madre, sin saber si la quería o sentía pena por ella y lo hacía "sintiéndose extranjero" ante "la indiferencia de esa madre rara", una indiferencia primitiva y honda, una indiferencia extraña. Un distanciamiento de la vida que no la conducía ni a la esperanza ni a la desesperanza. Alienación e indiferencia, seguramente las dos claves existenciales implicadas después en el efecto turbador que nos provoca la lectura de "El extranjero".

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  3. Una vez más se puso de manifiesto que, la grandiosidad de las obras, en este caso, El extranejero, de Albert Camus, alienta a los lectores de nuestro Club a manifestar y sopesar una obra de envergadura, como bien se puso de manifiesto con la obra del Nobel francés, a lo largo de la última reunión, distendida e interesante.
    Con El extranjero (1942), Camus incorpora ese innovador tono de indiferente neutralidad, mediante el uso de la primera persona, el relato que mayor im¬pacto causará en la opinión pública de entonces, y en el contexto literario fran¬cés, en el europeo, y que lo han consagra¬do mundialmente. Meursault, el protagonista, encarna ese tipo de individuo, ajeno en todo momento a las circunstancias que determinarán su final. El personaje es un ente meta-físico, producto de la filosofía camusiana, creado adrede y cuya vida desenvuelve bajo la presión de una realidad enrarecida. Y así lo vieron los lectores que no justificaban la muerte del árabe en manos de este singular personaje para quien todo parecía estar bien, o mejor aun no mostraba sentimiento alguno en el entierro de la madre, en su relación con Marie, o durante el juicio que asume con toda naturalidad.
    Algunos de los miembros del Club mostraban su espanto ante tal actitud, y no podemos olvidar que seres como Meursault existen realmente, y quizá observando nuestra sociedad actual, algo de esto se vislumbra cuando ante escenas dantescas no sentimos aparentemente nada, las guerras en el mundo, la inmigración, las pateras, el hambre en África, y un largo etc., y seguimos dirigidos por seres que, en algún sentido, se parecen al personaje camusiano.
    Lo importante es la puesta en común de una obra, de un ambiente, de unos personajes que como los creados por Camus, setenta años más trade siguen siendo referente de una buena literatura, y cien años después, en su aniversario, seguimos reivindicando el papel importante que el autor de tantas y notables obras ejercen en la literatura universal del siglo XX.

    Pedro M. Domene

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