martes, 5 de abril de 2022

"El viento derruido" de Alejandro López Andrada

La próxima reunión del club de lectura tendrá lugar el jueves día 28 de abril de 2022, a las 19:30 horas. En ella comentaremos el libro de Alejandro López Andrada "El viento derruido : La España rural que se desvanece".

Este libro  es un emocionante tributo a un mundo en trance de extinción, del que procedemos, pero que se desdibuja de nuestra memoria y realidad. Por eso es necesario conocerlo, sentirlo, revivirlo. 

Escrito en un tono poético y evocador, este libro es la crónica de una destrucción íntima y emotiva: la devastación de la cultura rural y la transformación de nuestros pueblos en pequeños islotes de soledad donde el tiempo parece embalsamado en una vitrina habitada por el recuerdo, en la que aún reverberan ecos y signos del ayer. 

El celebrado autor de "El Libro de las Aguas" o "Los perros de la eternidad" abandona aquí los géneros tradicionales e indaga de manera magistral en un género mestizo en el que aúna ensayo, periodismo e investigación histórica. 

Alejandro López Andrada, con la maestría que le acredita como uno de los autores españoles más laureados de las últimas décadas, nos sumerge en un espacio único, que impregnará para siempre la memoria del lector. Y, desde la parte, una tierra concreta, evoca al todo, el mundo rural español. Los Pedroches, en la encrucijada donde confluyen tres regiones (Andalucía, Castilla La Mancha y Extremadura) y tres provincias (Córdoba, Ciudad Real y Badajoz), es el espacio que el autor trasciende para mostrarnos el ocaso de un universo mucho mayor y reconocible por todos.

3 comentarios:

  1. La apuesta literaria del Club de Lectura ha supuesto, sin duda, música para un mundo particular, ese que nos propone Alejandro López Andrada con su obra, El viento derruido, un curioso libro que quizá provoca en nosotros ese sentimiento de la temporalidad que está en el hombre íntimamente ligado a la fugacidad del paso del tiempo. El presente, instantáneo e inaprensible, deja siempre una huella que la memoria trata de perdurar. El recuerdo siempre permite recuperar los momentos efímeros en la medida en que uno los ha asumido; en algún otro sentido, también, se pretende justificar y comprender en la distancia ese tiempo pasado y, a veces, entender el por qué de ese ayer.
    La historia de la literatura española está plagada de tiempos y de recuerdos y ese devenir subraya la relatividad de los mismos. En libros como El viento derruido esa relatividad queda detenida y se pretende hacer un homenaje a la memoria, se privilegia un mundo pasado que el relato convierte en presente y por extensión en perdurable. Alejandro López Andrada rememora un tiempo pretérito, su memoria serpentea a través de incursiones por la memoria colectiva de toda una comarca, ofreciendo, de alguna manera, la visión contextualizada de una época que empezamos a dejar en el olvido. En las páginas de este volumen asoman todo un coro de voces, los sobrevivientes del valle de Los Pedroches, que dejan con sus palabras testimonio y constancia del pasado.

    Pedro Martínez Domene.

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  2. Este libro es, al mismo tiempo, muchos libros a la vez: un ensayo porque se trata de una reflexión en torno a un mundo, casi desaparecido, el rural; es novela porque cuenta historias en las que se entrecruzan muchas vidas por desarrollar; en igual medida es poesía porque buena parte de su lenguaje se construye con metáforas, imágenes o se refuerza con comparaciones, además de ofrecer una sonoridad que tiene mucho de música porque López Andrada consigue engarzar numerosas palabras que suenan; es, también, una crónica periodística porque el autor nos relata buena parte de la vida contemporánea desde una muy particular visión de Los Pedroches. Pero, leyendo y ahondando, hay mucho más de lo que se pueda vislumbrar en una primera mirada en estas páginas y en los capítulos que conforman El viento derruido, es decir, hay una armónica descripción de toda una vida, por lo tanto hay muchas vidas vividas y, sobre todo, hay mucho de lealtad y de fidelidad a una tierra, mimada por la prosa mágica del escritor que de esta manera logra convertir su relato en literatura, en buena literatura.
    Las nubes, frágiles, deshilachadas, escribe López Andrada, de repente todo queda mudo: la sierra, el viento, los pájaros, una imagen inmersa en su recuerdo, rememora como antaño, las enlutadas siluetas de las lavanderas volvían de su labor; entonces este libro se convierte, también, en un canto épico a ciertas faenas, a quehaceres y a labores desaparecidas por ese viento derruido que no deja nada a su paso: el mundo de los pastores, de los carboneros, de los picapedreros o de los curanderos, protagonistas de muchas de las acciones que se cuentan en estas páginas, portadores, en suma, de un modo de vida tan sencillo como entrañable. La memoria sigue volando libre por las laderas del silencio y el autor, mientras reflexiona amargamente, se pregunta ¿quién se acordará de quienes viven en el mundo rural, cuando desparezca el testimonio de estas personas? La respuesta resulta muy fácil. Esta narración confirma el valor de la intimidad del pensamiento del propio autor y de las personas que se han ido asomando a las páginas de su texto, la cordial Bibiana y Digno Sánchez «el Carbonero», Antonio «Barberucho» o Francisco «Cartones», entre otros muchos personajes, porque encarando la soledad de estos habitantes, esa realidad se vuelve menos sombría, el tiempo aquilata el silencio y desde una perspectiva tan subjetiva como lírica convierte la palabra escrita en una exuberante muestra de sensaciones.

    Pedro Martínez Domene.

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  3. Esta es la historia de los pueblos que conforman el valle de Los Pedroches, de los lugares de niñez y juventud del autor, del recuerdo amargo de la emigración y el abandono, pero por su valor documental es, en esencia, la recuperación de esa memoria colectiva de otros muchos pueblos de España que vivieron sucesos y acontecimientos semejantes y que, de alguna manera, el paso del tiempo ha ido legando en una rica transmisión oral que incluye leyendas, canciones, consejas y patrañas. Nuestro sur está poblado de una tradición que autores como Alejandro López Andrada se atreven a presentar en forma de libro, textos que incluyen y proyectan imágenes de todo tipo y recuperan esos temas universales que se convierten en únicos de la mano del escritor cordobés, esto es, su particular visión de la naturaleza o el medio rural, de la memoria y del paso del tiempo, de la soledad y del aislamiento, del olvido y de la muerte. Al final, cuando el escritor encara las últimas páginas de su relato, después de invitarnos a un hermoso recorrido por los rincones de su tierra, desentrañando el alma misma de sus moradores, frente a una casa abandonada y derruida, él percibe, a través de la sensibilidad de sus dedos, el alma viva de todo un pasado convertido hoy en desolación, mientras el viento le devuelve al escritor esa brisa suave que recompone el puzzle de todo un pasado: cigüeñas, ruinas, colinas, los grandes espacios de su tierra, mientras una fina lluvia bendice, desde el cielo, los rincones de toda una memoria que se resiste al olvido.
    La reunión se convirtió en un jubiloso intercambio de opiniones entre los lectores que habíamos disfrutado con este libro, y quedó patente cómo la mayoría había vivido sus propias experiencias con similares emociones, con la misma inquietud del autor de este libro que ha sabido llegar al corazón de sus lectores.

    Pedro Martínez Domene.

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