viernes, 18 de junio de 2021

"Historia de dos ciudades" de Charles Dickens

La próxima reunión del club de lectura tendrá lugar el jueves día 16 de Septiembre de 2021. En ella comentaremos la novela "Historia de dos ciudades" de Charles Dickens.

El título "Historia de dos ciudades" hace referencia a París y Londres en los años sacudidos por la Revolución Francesa. Tales son los escenarios de esta novela llena de acción y aventuras que salta de una orilla a otra del canal de la Mancha y que ofrece un vivo retrato del ambiente y los acontecimientos del París revolucionario dominado por la sombra de la guillotina. Entre los muchos y pintorescos personajes que discurren por sus páginas, sobresalen los de Charles Darnay y Sidney Carton, quienes, marcados por muy distintos orígenes y peripecias vitales, acaban fundiendo sus existencias como dos caras de una misma moneda.

“Historia de dos ciudades”
figura en la revista Forbes en el 5º lugar de los libros más vendidos de la historia, más de 200 millones de ejemplares en todo el mundo.


3 comentarios:

  1. El reencuentro tras otro verano de extrañas sensaciones, nos sorprende llorando ausencias que solo se cuantifican cuando su hueco, en ese círculo de presencias, notamos su falta aunque, como suele ser habitual en el género humano, seguimos a la búsqueda de esa nueva normalidad que debería traernos aires de una renovada esperanza, ¿tal vez de consideraciones más humanas, o quizá de una mayor solidaridad? Enseguida constatamos que, en nuestro cotidiano acontecer, todo se repite, no hemos cambiado nada y las pautas y costumbres diarias resultan idénticas a las de ayer, persistimos en que todo vuelva a ser igual, pero nada se asemejará a lo anterior, el mundo ha cambiado, sus habitantes se han visto obligados a modificar hábitos, nos resistimos, aunque mantenemos la esperanza de volver a retomar aquello que dejamos a medias, tantas cosas que se quedaron sin hacer, tantos saludos, tantos abrazos que tal vez ya nunca recuperemos.

    Pedro Martínez Domene

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  2. Si definimos como clásico, “que se considera como modelo digno de imitación en el arte o la literatura”, sin duda alguna, Historia de dos ciudades, de Charles Dickens, se convierte en una obra valiosa que perdura a través del tiempo, casi un modelo en su género, un libro que permanece en el gusto del público durante años, así Italo Calvino nos ofrece una serie de razones por las que es necesario leer los clásicos de la literatura, son aquellos que siempre releo, constituyen una riqueza para quienes los han leído y amado, ejercen una influencia particular, y es una lectura de descubrimiento como la primera que hicimos. Historia de dos ciudades es la visión de un Londres pacífico pero grotesco del rey Jorge III y el París clamoroso y ensangrentado de la Revolución Francesa, dos ciudades sobre cuyo fondo se escribe esta inolvidable historia de intriga y de pasiones, de violentas escenas de masas, estallidos de hambre y de venganza, de espías y de conspiradores, de héroes fracasados y de héroes que se mezclan en una trama de buena literatura artística y perfecta documentación, llena de sorpresas y construida por un Dickens en uno de sus mejores momentos creativos. Cuenta la historia de la joven Lucía Manette que se dirige a París para conocer a su padre por primera vez, encarcelado en la Bastilla durante dieciocho años, y aunque muy afectado por sus vivencias, se lo llevan a Inglaterra. Una vez allí, unos meses más tarde, deben comparecer como testigos en un juicio contra Charles Darnay, acusado de espionaje. Una vez lograda su absolución, la joven Manette se enamora de Charles y se casan, aunque ignora que Charles procede de una antigua familia aristocrática francesa, ella sufrirá al ver cómo su marido debe regresar a París, ciudad que se ha transformado radicalmente tras el estallido de la Revolución Francesa, será entonces cuando el estado bullicioso y revolucionario de la ciudad pondrá en peligro la vida de Charles y de sus más allegados.

    Pedro Martínez Domene.

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  3. Dickens traza con mucho talento el retrato psicológico de los desfavorecidos en las grandes ciudades, tanto en Londres como en París, aunque Londres ocupa un segundo plano, puesto que la presencia de las dos ciudades responde más al recurso literario de la contraposición que se pretende contar: París es una auténtico polvorín, mientras que en Londres se respira la paz y la tranquilidad. París está sumergido en un hervidero de matanzas y de venganzas tras muchos años dominada y esclavizada por los aristócratas y sus gobernantes. Se nos presenta el París de antes de la Revolución y el posterior, lo que revela, con excesivo cuidado, los cambios sociales y sociológicos de la ciudad, un hecho que convierte a la obra en una gran crónica de los acontecimientos y los sucesos históricos. Las descripciones, detalladas y rigurosas, se reproducen de una manera brillante, y probablemente, no haya nadie como Dickens para lograr ese efecto, sin que la mención a otros clásicos franceses, rusos o españoles haga falta, pero en Historia de dos ciudades se consigue esa vuelta de tuerca que ocasiona perplejidad en el lector hasta el punto de desconcertarlo positivamente, y lo enganchará al argumento. Los cambios permanentes de escenarios y personajes constituyen una de las brillantes herramientas del autor para captar nuestra atención.

    Mientras llegamos al final de sus páginas, y cerramos Historia de dos ciudades, nos viene el recuerdo de Susan y de Miguel. Nuestra querida compañera nos ha dejado huérfanos de su hermosa sonrisa, y de ese balbuceo para enhebrar las palabras en español y así colaborar con sus acertadas opiniones sobre los libros leídos, y a nuestro compañero, vivaz y jovial, ya no volveremos a encontrarlo por la calle con sus libros bajo el brazo, o dispuesto a discutir, sana y sabiamente, acerca de las virtudes literarias de don Benito; sí, Miguel, allí en el Cielo lo habrás comprobado, Pérez Galdós, era y será un gran escritor. Os echamos ya de menos, y estamos convencidos que las musas de la literatura os acompañan, y que os proporcionaran esas lecturas que aún os quedaban por leer.

    Pedro Martínez Domene.

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