sábado, 4 de diciembre de 2010

"Canción de Navidad" de Charles Dickens.

La próxima reunión del club de lectura tendrá lugar el jueves 9 de Diciembre a las 20:00 horas. En ella comentaremos el libro "Canción de Navidad" de Charles Dickens.

"Cuento de Navidad" (1843), también conocido como "Canción de Navidad", es un relato de fantasmas que ha gozado del favor del público desde el mismo momento de su aparición y es uno de los clásicos del genial Dickens.
Este libro narra la inquietante noche que en la víspera de esta festividad pasa Ebenezer Scrooge, un anciano miserable y tacaño, que es una de las más acabadas representaciones del avaro en la historia de la literatura y otro de los inolvidables personajes de la amplia galería de Dickens.
La visita del espectro de su antiguo socio, Jacob Marley, hace desfilar ante Scrooge la visión de los espíritus de las Navidades pasadas, presentes y futuras intentando conmover su corazón. Algo va a cambiar.
Con este tierno relato, el autor se propuso remover las conciencias de sus lectores y convencerlos de la necesidad de ser bondadosos y de practicar la caridad en un mundo injusto.
La afortunada mezcla de lo sobrenatural, la caricatura, la inquietud social y el sentimiento conseguido por Charles Dickens (1812-1870) en esta narración hace que se mantenga intacta aún hoy su capacidad para conmover y hacer disfrutar.

6 comentarios:

  1. En “Cuento de Navidad” Charles Dickens utiliza la Navidad para hacer una crítica social que invita al lector a sustituir la avaricia, mezquindad, desigualdad e injusticia por los valores como solidaridad, respeto y fraternidad, los valores más sólidos que necesita una sociedad para progresar.

    Juan Carlos.

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  2. Mr. Scrooge, ¿quién no recuerda el nombre de este hombrecillo tacaño, huraño y despediado que sentía verdadera repugnancia por la Navidad?. Seguramente todos nosotros hemos leído más de una vez esta entrañable historia que Charles Dickens nos regaló en la Navidad de 1.843. Un cuento que se nos queda corto, pues la intensidad de su argumento, con las visitas al Mr. Scrooge del fantasma del pasado, del presente y del futuro, hace que una vez empezado, no logremos soltarlo hasta haber leído la última palabra. Todo ello, a pesar de que una Navidad tras otra, esta maravillosa historia invada nuestras vidas, ya sea por medio de una película, una serie televisiva, una obra de teatro, en la radio... bien siguiendo el relato original fielmente, bien haciendo algunos retoques; pero siempre logrando que volvamos a sentir ese espíritu navideño que tanto necesita esta sociedad llena de consumismo y superficialidad. Un libro mágico que no tiene fecha de caducidad, pues pasará de generación en generación, emocionando de la misma forma. En mi opinión, no saldrá otra historia que llegue tanto al corazón de miles y miles de personas de épocas tan dispares. Gracias, Dickens.

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  3. Adoro a Charles Dickens y me siento muy feliz cada vez que llega la Navidad y disfruto con mi familia viendo este clásico Navideño tan hermoso y releyendo algunos capítulos del libro, que son realmente maravillosos.

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  4. Ha sido un placer releer este clásico navideño. Es extraordinaria la capacidad inventiva e imaginativa del autor, que, mediante una estructura narrativa muy original contrapone valores como bondad, generosidad y solidaridad o los propios y contrarios de la sociedad actual.
    Es una narración muy lenta, pero densa y rica en descripciones, símiles, léxico, expresiones... Me ha encantado. Su valía es incuestionable, el tiempo lo dice todo.
    Vicente

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  5. "Scrooge", en inglés, es un adjetivo que significa "tacaño" y, por tanto, esto debe llevarnos a pensar que Dickens no dejó a la arbitriaridad este detalle en la elección del apellido de su protagonista,tampoco el resto de simbologías que pueblan esta breve obra: "A Christmas Carol".
    A poco que buceemos en la biografía de Charles Dickens, encontraremos sobrados testimonios autobiográficos que condicionarán indiscutiblemente la producción del autor en su conjunto, y como no, también la obra que nos ocupa.
    Cuando la familia de Dickens quedó arruinada a causa de las numerosas deudas de su padre, el niño apenas tenía doce años. Mintras su progenitor estaba encarcelado, el pequeño Charles se vio obligado a trabajar en una fábrica de betún para calzado (shoes polish), sujeto a precarias condiciones laborales. Este hecho, tan frecuente en la otra cara de la gran Revolución Industrial, se convertiría posteriormente en denominador común de la obra dickensiana. Fuertemente comprometido con los más desfavorecidos de la pirámide social, aún más si se trata de pelear por los derechos de los niños, Dickens fue uno de los eslabones fundamentales de la literatura inglesa de la era victoriana.
    Volviendo a Canción de Navidad, y teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, el avaricioso Ebenezer Scrooge sale transformado al final de esta novela y promete borrar para siempre el reguero de mezquindad que ha cubierto su existencia pasada y presente y todo gracias a la providencial visita de Tres Espíritus Navideños anunciada por el espectro de su socio Jacob Marley.
    La familia Cratchit, el sobrino Fred, el indefenso Tiny Tim y tantos otros serán beneficiados por la transformación del viejo tacaño en alguien mejor.
    La descripción de ambientes y personajes, tan cercana a veces al esperpento, junto con la punzante crítica social a la que antes nos referíamos, entre otros aspectos, han servido para conferir a esta obra publicada en 1843 la categoría de clásico universal. Y, como cada año por las mismas fechas, el viejo Marley y toda su corte de Espíritus son desenterrados con el ánimo de mostrarle al tacaño Scrooge las grandes ventajas de vivir en sociedad y, de paso, intentar enseñarnos a todos nosotros, incrédulos moradores del siglo XXI, que los sentimientos que pueblan el alma humana son intemporales y que la insolidaridad y la mezquindad siguen acechando en cada esquina.
    Creo sinceramente, Mr. Scrooge, que el próximo año tendrá usted que volver a enseñarnos la lección.
    Un saludo.
    Isabel.

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  6. Cuando se publique esta columna, estaremos en 2011, y habrán transcurrido esos mágicos días: la Navidad, entrañable fiesta familiar que celebran universalmente las buenas gentes del mundo, revisa voluntades y profundiza en el sentimiento del amor, al menos, durante unos días al año. De carácter humilde y campesino, ha llegado hasta nosotros envuelta en decoración y luces, fiesta y cena familiar, villancicos y regalos que convierten su significado en algo social y consumista. La literatura nunca ha sido ajena a este acontecimiento al que, tras los tradicionales dulces y belenes cristianos, incorporó, la nieve, el árbol adornado, y Santa Claus, de tradición nórdica. Grandes autores han puesto su mirada y su pluma para celebrar con nosotros una blanca festividad. La Navidad para un niño en Gales (1955), de Dylan Thomas, sobresale, cincuenta años después de su publicación, quizá porque el poeta Thomas encontró esa interrelación entre su verso y la prosa, aspecto tan inevitable como el resultado de la vida misma. Veinte años más tarde, Truman Capote ofrecía Una Navidad (1983), el relato de la soledad de un niño en fiestas sin padres, o extraños para él, y solo el recuerdo de su anciana amiga Sook, y su extrema bondad, logran paliar el descubrimiento de que, en realidad, Papá Noel tampoco existe. Durante años se ha considerado que Canción de Navidad (1843), de Charles Dickens, ofrece una visión dura y denigrante de la sociedad británica del XIX, un relato breve que aboga sobre la condición del proletariado y las consecuencias de un empobrecimiento progresivo.
    Canción de Navidad fue la apuesta del Club de Lectura para aquellos días, una acertada visión sobre una obra clásica que, debido a la brevedad y a los temas ensayados por su autor, provocó un aluvión de comentarios. Ofrece la visión del pasado, del presente y del futuro, en vísperas de la Navidad: su socio y tres espectros visitan al protagonista, Ebenezer Scrooge, que cambiará su actitud vital y mostrará el amor y la solidaridad entre sus semejantes, sobre todo con su abnegado empleado, Bob Cratchit, y la compasión que despierta en el avaro, su pequeño hijito enfermo, Tiny Tim.
    En enero: El hombre que confundió a su mujer con un sombrero, de Oliver Sacks.

    Pedro M. Domene.

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