sábado, 7 de abril de 2012

"Los pequeños placeres" de Miguel Sanfeliu.

La próxima reunión del club de lectura tendrá lugar el viernes 20 de abril de 2012, a las 20:30 horas. En ella comentaremos el libro "Los pequeños placeres" de Miguel Sanfeliu. Contaremos en esta ocasión con la presencia del propio autor. Una gran ocasión para compartir experiencias sobre este libro.

La vida es demasiado breve, y uno siente que debe disfrutar de los pequeños placeres que ofrece. Sin embargo, no es tarea fácil, ya que resulta necesario ignorar las tragedias que suceden a nuestro alrededor, tragedias que podemos encontrar en nuestra pareja, en nuestro propio hijo, en un vecino, en un antiguo compañero de clase o incluso en un desconocido.

Los relatos de Los pequeños placeres nos hablan de soledad, del fin de la inocencia, de la incomunicación, del dolor, el remordimiento y la violencia; pero, por encima de todo, nos hablan de seres humanos, gente corriente atrapada en la trampa de la vida, gente que intenta mantener el control cuando las cosas empiezan a distorsionarse.


Miguel Sanfeliu, nacido en Tenerife, pero de familia valenciana y residente en Valencia, nos habla de esos distintos momentos en los que vivimos un placer o un dolor (porque todo placer tiene su reverso). El Placer, así, con mayúscula, como la Felicidad, son conceptos universales: existen, como diría Platón, en un mundo ideal. Pero en la Caverna, este oscuro mundo del día a día, donde vivimos o sobrevivimos los mortales, pálidas sombras del Mundo Ideal, lo que existe son breves momentos de placer o de felicidad, que generalmente suelen ser fugaces, y que precisamente por la brevedad que les caracteriza, los valoramos tan alto. Porque una vida placentera constante sería tediosa. Es más, llegaría un momento en el que añoraríamos algo de contraste, porque habríamos perdido la noción de su valor.

4 comentarios:

  1. Miguel Sanfeliu es un narrador que sorprende a su lector con giros inesperados, que bebe de fuentes poéticas para ofrecer imágenes estupendas y que ahonda en los terrores del ser humano con frialdad de cirujano.

    Care Santos.

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  2. El libro “Los pequeños placeres” es mi segundo libro publicado. En él se reúnen veintiún relatos que enmarcaría, en general, en una línea narrativa de corte realista. Son historias que transcurren en un breve espacio de tiempo, un momento decisivo en el que se hace balance de una situación, por lo general trágica: la muerte, la culpa, la crueldad, el rencor... todo aquello que afea la existencia, las pequeñas miserias cotidianas. En este sentido, podría decirse que el título del libro tiene una carga irónica que se intenta explicar en la contraportada, al afirmar que para disfrutar de los pequeños placeres de la vida es necesario ignorar las tragedias que suceden a nuestro alrededor. Un matrimonio de ancianos que no se soporta, unos padres cuyo hijo se ha suicidado después de asesinar a los clientes de un restaurante, un hombre condenado por su familia a ser invisible o un supuesto triunfador que intenta ocultar el lado mediocre de su existencia... seres en general que parecen desorientados, suspendidos en algo que podríamos denominar el horror cotidiano.

    Miguel Sanfeliu.

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  3. Contar una historia con pocas palabras exige una prosa concisa, ausencia por completo de retórica, capacidad para la observación y para retratar un personaje con pocos rasgos, sólo los más relevantes o aquellos que permitan al lector hacerse enseguida una representación mental. Además, el relato corto debe contar un asunto que interese desde la primera línea pues no admite divagaciones. Quiero decir que no es un género menor y que incluso puede ser más complejo que una novela larga. Miguel Sanfeliu, con su prosa limpia y de buen ritmo, salpicada de diálogos agudos, demuestra con este libro que está dotado para la narrativa breve. El conjunto se lee con agrado, si bien es aconsejable no hacerlo de una sentada (lo que sí propicia una buena novela) sino poco a poco, para permitir que se asienten en la memoria.

    Se trata de cuentos realistas que abordan temas actuales y cotidianos, la mayoría narrados en primera persona por un personaje masculino, que tienen que ver con el hecho de vivir y, sobre todo, su contrapartida, con la obligación de morir y sus consecuencias colaterales. La enfermedad, el envejecimiento, la rutina infeliz, el miedo, la frivolidad que nos envuelve, el desaliento ante la jubilación o la pérdida de trabajo, son los asuntos que motivan el autor.

    María García-Lliberós.

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  4. El mundo de Miguel Sanfeliu (Santa Cruz de Tenerife, 1962) ese que se traduce en un espacio sin reglas y donde, bajo una aparente normalidad, se vive una realidad distorsionada, poblado de gente corriente que intenta y consigue, en ocasiones, escapar de las trampas de la vida, quiénes pretenden subsistir cuando las cosas empiezan a ir mal, es, por así decirlo, el único lugar donde uno siente que debe disfrutar de los pequeños placeres. Por este, y quizá no otro, motivo en su libro, Los pequeños placeres (2011), se recogen un puñado de relatos en los que no hay otra salida sino enfrentarnos a nosotros mismos, a nuestros propios temores, doblegarnos al juego real de la subsistencia desde ópticas y planos tan diferentes como los ensayados por el narrador, solo justificables con actitudes tan reales como si uno recibiera un fuerte golpe en la cabeza. Con respecto a su literatura, el propio Sanfeliu, ha señalado que sus cuentos surgen de la necesidad de explicarse en su propia realidad, aunque de manipularla e interpretarla al mismo tiempo, dejando constancia por escrito, reinterpretando a la mayoría de sus protagonistas que hablan de una concreción que no les gusta.
    Una vez más el mundo de Sanfeliu se puebla de melancolía y de desengaño, de dolor compartido, actitudes que de alguna manera suponen su visión fragmentada del ser humano contemporáneo, alejado de una esperanza y de una promesa de felicidad. Cuando el narrador explora la psicología de sus personajes, dirige su atención al comportamiento y a esa reacción que moralmente se supone imperceptible, siempre a la espera de un drama mayor aunque significativamente pase inadvertido en la cotidiana observación. Su visión de lo rutinario pasa por el barrio, las amistades, el fracaso, el éxito, o las pequeñas confidencias sin mayor trascendencia de dos viejas amigas, como ocurre en «El reencuentro». En ocasiones, la dureza llega a extremos, como en «Dolor» una amarga visión del suicidio, contraste entre la brutalidad del hecho y la realidad vivida por un padre. Los veintiún cuentos se suceden y comparten esa franqueza que suponemos en esa inalienable muestra de nuestra vida, tan determinada por la hipocresía y el engaño, una concepción de la vida que casi nunca compartimos con los demás; sin duda, un buen ejemplo de esta locura cotidiana sea, «El hombre invisible», cuento irónico, socarrón, narra la historia de un hombre ignorado como tantos, frente a las oscuras actitudes de nuestro alrededor. Y no falta la emoción, el homenaje sentido en «Remordimiento», un breve recuerdo del padre, con una mirada distinta ante la muerte y los recuerdos que, transcurrido el tiempo, pesan en el alma, y se añaden otras visiones, menos agradables, sobre tema tan literario y extendido con ejemplos muy diferentes, «La morgue» y «Eutanasia». Sin necesidad de agotar la visión del resto de estos relatos, el conjunto provocará en el lector reacciones diversas, tantas como la visión que tengamos de nuestros miedos, de la incomunicación, de la soledad, y de todas y cada una de esas trampas que nos procura esta vida, que en ocasiones resulta tan melancólica como surrealista.
    El Club de Lectura compartió con el escritor una tarde repleta de satisfacciones, admirando el buen quehacer de Miguel Sanfeliu, destacando los valores de una prosa rica y cercana, de unos cuentos que calan porque retratan la vida misma. En general, los miembros de este Club que se asienta sobre los pilares de buena literatura, de la libertad y de la voluntad generosa de los seres humanos, se mostraron satisfechos con un libro que no deja indiferente a nadie, y ofrece retazos de prolongada convivencia tan cotidiana como usual en nuestros pueblos y ciudades. Después, algunos, compartimos, en amena charla, un vino o una cerveza con quien durante un mes habíamos saboreado lo mejor de su literatura.

    Pedro M. Domene.

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