sábado, 17 de septiembre de 2011

"La sonrisa etrusca" de José Luis Sampedro.

La próxima reunión del club de lectura tendrá lugar el jueves día 29 de septiembre, a las 19:30 horas. En ella comentaremos el libro "La sonrisa etrusca" de José Luis Sampedro.

Salvatore Roncone, alias Bruno, hombre procedente de Roccasera, en el sur de Italia, es llevado a Milán por su hijo Renato para ser tratado de un cáncer y pasar allí sus últimos días. En el camino descubre una sonrisa indescriptible en una escultura de etruscos y con ella se identifica. Cuando llega a Milán va a despertarse en él una ternura maravillosa hacia su pequeño nieto casualmente llamado Bruno. Al conocerle se representa el choque de dos mundos: el del matrimonio formado por su hijo y Andrea con su pequeño, frente a su mundo campesino. Salvatore siente que debe salvar al niño de lo que representa el mundo moderno y actúa como si aún estuviera en una guerra de las que ha vivido, en la que su meta es llevar a su nieto a Roccasera para que crezca en su mundo. En medio de todo este sinfín de ternura, aparece en su vida Hortensia, quien será su última mujer y con la que descubrirá la parte más bonita del amor y del cariño que nunca ha disfrutado. Todo lo que hay en Milán le parece mal y no es capaz de acostumbrarse a un cambio tan radical, sin embargo su nieto y Hortensia dan sentido a su vida en esta ciudad que odia. Bruno comparte sus historias con un grupo de etnólogos, sale para ver a Hortensia, cuida del pequeño. Su nueva forma de ser y de ver el mundo, producida por el profundísimo cariño que despierta en él Brunettino, le hace sentirse en el clímax de su vida, así como sus deseos de llevar al pequeño a Roccasera y darle la vida que no puede tener en la ciudad. Al final de la trama Bruno decide casarse con Hortensia, la mujer que le acoge y le acompaña en sus locuras. Pero la Rusca, nombre que pone Bruno a la enfermedad que le está matando, puede con él y una noche cuidando de su pequeño nieto le da su último mordisco, tras los gritos de nonno (abuelo) de su nieto, una sonrisa se esboza en sus labios por la felicidad: una sonrisa etrusca.

4 comentarios:

  1. José Luis Sampedro no ha dudado en llevar hasta sus últimas consecuencias literarias el planteamiento global de su obra, escribiéndola con una ternura y una lucidez aunadas que reflejan perfectamente la experiencia cenital del protagonista de la misma.

    Leopoldo Azancot. ABC.

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  2. Sampedro nos muestra su profundo conocimiento del ser humano, su envidiable inclinación hacia la ternura y la serenidad. Nos devuelve lo que de verdad importa: el amor, la entrega, la pasión y la muerte.

    Ángeles Caso.

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  3. Lo terminé de leer ayer, y me ha encantado. No encuentro palabras adecuadas para describir el libro: precioso, enternecedor, humano, vivo.

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  4. José Luis Sampedro (Barcelona, 1917), economista, académico, senador por designación real, catedrático de Estructura Económica, además de un conocido escritor que entiende la literatura como una revelación, como un intento de descubrirse a sí mismo y de ayudar al lector a encontrarse. Se inició en la narrativa ya en 1939, con La estatua de Adolfo espejo (aunque no fue publicada hasta 1994), siguió con La sombra de los días (1947), Congreso en Estocolmo (1952), El río que nos lleva (1961), El caballo desnudo (1970), Octubre, octubre (1981) y La sonrisa etrusca (1985), un novela de éxito que en muy poco tiempo alcanzó hasta cuarenta y cuatro ediciones.
    Sampedro utiliza el recurso de la contemplación para iniciar La sonrisa etrusca, novela que hemos leído en el mes de septiembre, es decir, el personaje contempla un conjunto escultórico que ofrece una simbología, el punto final de un partisano italiano a punto de morir, cuando visita a su hijo y conoce la ternura al lado de su nieto con quien empieza a revivir su pasado. El protagonista, Salvatore Roncone, alias Bruno, no deja de ser un hombre curioso, fuerte como una montaña, capaz de encarar en su juventud la vida con grandes esperanzas y, también comerse el mundo a bocados. Aunque en el relato conserva casi toda su fuerza moral y bravura, sin embargo, Sampedro lo retrata como un anciano, cuando ya la vida se le acaba. Y aún así tendrá tiempo de aprender muchas cosas sobre el cariño y la ternura, sobre los diferentes tipos de amor: el amor de abuelo, por encima de todo, pero también el amor hacia una mujer, Hortensia, hacia su hijo y, poco a poco, a su nuera y finalmente, incluso, a los amigos que se va encontrando. Puede resultar interesante conocer el pasado del viejo partisano, el repaso de su vida llena de acción y aventuras, y ver la espectacular evolución que el personaje experimenta a lo largo del libro; aunque continuará siendo el mismo hombre valiente y aguerrido que en su juventud, comprende al final que el amor puede interpretarse de una forma mucho más profunda e intensa de como él lo había vivido de joven; quizá por eso se esfuerza por proteger y enseñar a su nieto todo lo que debe saber, y por extensión a su dama de la que se siente profundamente enamorado y con quien se casa al final de la novela.
    El libro contiene abundantes escenas jocosas y divertidas, realiza la crítica a una sociedad de señoritos y de fachas, se muestra impune con las guerras, y recrimina la pérdida de la identidad y de los valores en las sociedades industrializadas; tal vez por esto la novela se ambienta en Milán, y frente a ese mundo el narrador describe al protagonista con una imagen muy potente y absolutamente carismática.
    El libro gustó bastante a los miembros del Club de Lectura, porque es un texto que encierra entre sus páginas auténtica ternura, está repleto de amor paternal, van apareciendo sonrisas calculadas y, de paso, se suelta alguna que otra lágrima cuando se constata la realidad de la enfermedad a la que el viejo protagonista se enfrenta. Sin ser uno de los mejores libros de Sampedro, siempre tendrá lectores que busquen en sus páginas esa plenitud después de una vida completa.
    La próxima lectura: "La soledad de los números primos", de Paolo Giordano.

    Pedro M. Domene.

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