
Obviamente, como no podía ser de otra manera, una de ellas es la mitad buena, que quiere lo mejor para los que la rodean y la otra es la mitad mala, que no escatima maldades con tal de satisfacer su sed de sufrimiento con respecto al resto de las personas.
Esto es una clara alegoría de la dualidad de todas las personas, dentro de las cuales se pueden encontrar sentimientos y disposiciones positivas al igual que sentimientos y disposiciones negativas… solo que en esta ocasión, estos dos polos se han repartido el cuerpo del Vizconde de Terralba a partes iguales.
La historia, en la que no falta el humor, indaga por tanto en la verdadera condición humana por medio de este personaje (estos dos medios personajes) que surgen fruto de un disparo de cañón otomano.